Negocios y competitividad a las 7:45 am

Ayer fue un día un poco raro porque tuve un amago de gastroenteritis o similar. El caso es que llegué a mi casa hecho polvo. Pero un sueño reparador hace milagros.

7:10 am. Pues sí, me subo al Pagasarri con la bici. Viene día de calor y tengo luego trabajo para dar y tomar. Así que me autoreceto un par de horas de bici. A esas horas el tráfico empieza a notarse porque hay gente que inicia su carrera hacia el trabajo; mala suerte de vivir un poco alejado de donde ganas las alubias.

Así que decido subir por Arraiz, que es lo más parecido al Angliru que tenemos por aquí. Lo digo por el desnivel, que no andará lejos del 20% en cierto tramo. Ahí me ha acompañado mi primer jubileta del día, un poco más lento que yo. Pero, claro este hombre seguro que no tenía ninguna presión de eficiencia. El tiempo para él seguro que es un concepto bien diferente del que podemos manejar en este very fast world en el que nos toca vivir.

A eso de las 7:45 am -cooperativistas con horario metido en vena- me ha llamado un cliente en una zona de descanso y hemos estado haciendo negocios. Tengo que presentar una oferta coordinando con otras dos empresas de consultoría. Espero que nos salga bien, porque es un tema atractivo; complejo pero estimulante por el cambio que hay que abordar. En mi red tengo algunas empresas/personas con las que coloboro que viven en el mundo pre-1.0 (la web 2.0 es ficción). Resulta divertido porque la idea que refleja mejor su actitud tecnológica es esa que dice que el hardware es lo que golpeas… por culpa del software. Bueno, ya veremos que sale de esta multicolaboración a tres bandas que pretendo sacar adelante.

Más arriba, en pleno esfuerzo, ha sucedido lo habitual. Yo en bici y un jubileta andando a buena marcha que me alcanza. No es que me alcance, es que me pasa. Bueno, sólo es cuestión de apretar un poco más y al rato, como no pueden callarse, te sueltan conversación. Tiene 71 años y este año le han operado de próstata y una hernia; pero dice que anda ahora mejor que antes. Es de esos profesionales del monte, que salen disparados de su casa a las 7:00 am porque su relevo siempre fue el de las 6:00 am. Así que en casa no se ven muy a gusto y se lanzan disparados a recorrer el mundo.

Me pregunta a qué velocidad vamos. A 5,7 km/h. Mucho es, dice. Joder, pero si eres tú el que va apretando. Bueno, el caso es que dice eso de «21 minutos desde la barrera». Traducido supone que desde la barrera donde ha puesto el crono hasta acá arriba lleva una marcha frenética. ¿Esto es competividad?, ¿esfuerzo personal? No sé muy bien, pero se esfuerza consigo mismo; prefiero «consigo» mismo, que no «contra sí» mismo. Tampoco le veo tan enfadado con su suerte.

En fin, que arriba ya donde suaviza la pendiente le dejo atrás y no hago más que pensar que ya ha llegado el calor: hay tábanos, el suelo está reseco y, mientras, los jubiletas están en flor. Ah, arriba, como casi siempre había vacas.

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