La ética del coaching, una visión crítica

by Julen


En muchas empresas ahora mismo hay una fuerte inversión en
coaching, en desarrollo directivo, en dotar de mejores competencias a sus líderes. Es un camino que se comenzó hace unos años. Yo conozco, por ejemplo, la experiencia de MCC con New Field Consulting, donde desarrolla su labor Rafael Echeverría. Decenas de directivos, de primer y segundo nivel, están invirtiendo tiempo y reflexión en progresar como profesionales. Hasta donde conozco son programas serios, que requieren un compromiso importante por quienes asisten. No valen las medias tintas, me temo.

Al mismo tiempo, en las estanterías de las librerías, en la zona de empresa y/o en la de psicología, florecen títulos que sobrevuelan la cuestión. Las librerías de cualquier aeropuerto disponen uno tras otro títulos de esta índole. Mezcla de autoayuda, mezcla de prurito de desarrollo personal, mezcla de neurosis incipiente, mezcla de «el futuro está en tus manos». Bien revuelto y con un punto de sueño de self made man, todo se puede conseguir.

Entonces, volviendo al proyecto de desarrollo directivo tipo, tenemos al consejo de dirección, que está convencido (o dice estarlo, que en esto nunca podemos esperar cien por cien de compromiso) y tenemos organizaciones que están buscando nuevos líderes. Y hacia allí caminan, a ritmo de biodanza, hurgando en sus miedos, buceando en su interior, para encontrar dónde están las piedras que obstaculizan su camino como directivo.

La razón de todo esto supongo que habita en la necesidad que tienen quienes están arriba de liderar a las masas. Visto el fracaso anunciado de la mayoría y visto que la muchedumbre cada vez acepta menos cosas «porque sí», hay que emprender el camino de liderar como dios manda a los súbditos. Para ello, perfil competencial del líder en la mano izquierda y caja de herramientas emanadas de dinámica de grupos y otras artes más sutiles en la derecha, el directivo camina hacia la salvación, hacia la redención de sus pecados. Ahora comprenderá por qué su equipo no traga su comportamiento y podrá diseñar estrategias de aproximación que identifiquen la cantidad y calidad de las defensas enemigas para lanzarse a derribarlas con el noble arte de la disuasión y la palabra.

O sea, que el progreso está en invertir en desarrollo directivo. Coaching, antes llamado terapia, es el camino. Cogemos la antorcha de la paz y andamos hacia la nueva luz, luz que nos hará caer en la cuenta de que tenemos que cambiar. Mientras, la muchedumbre asiste boquiabierta al nuevo espectáculo. Sus directivos son lanzados a la arena. Algunos de ellos consiguen redimirse y se transforman en otros seres. Otros vuelven igual y son abucheados por la grada. El espectáculo deben continuar.

En la línea de montaje no hace falta coaching. Aquí no hay stress ni tenemos perfil competencial conocido. Bueno, sí, pero no sé dónde está el papel que trajeron hace un par de años. Aquí en el taller no enfermamos de falta de liderazgo. Asumimos que los jefes de allá arriba lo tienen crudo. Por eso no entendemos que recurran a tanta gente de fuera. ¿Qué esperan? ¿Encontrar fuera lo que perdieron aquí dentro? Es todo más sencillo, podemos hablarlo, podemos llegar a un acuerdo.

Nos hemos enterado que lo llaman coaching. Y aunque no sé si exageran, nos han dicho que cuesta una pasta, una pasta que no la gastamos nosotros en cursillos ni aunque nos pagaran la ingeniería a todos juntos. Bueno, no será para tanto. Dicen que son muchas horas y mucho dinero. Demasiado, creemos aquí.

Ellos ahora están pensando que tienen que ser mejores personas. A nosotros nos basta con que sean mejores profesionales. Quizá no lo hacen de mala fe, pero están equivocados. Ellos haciendo coaching están cogiendo más distancia respecto a nosotros. Están perpetuando el modelo de que unos requieren coaching y otros requerimos pautas de proceso, unos requieren trabajar sus competencias conversacionales y otros las competencias técnicas, unos requieren una inversión personal y otros requerimos un bautismo colectivo, unos quieren ser líderes y liderar y otros queremos que nos dejen en paz. Demasiadas diferencias para creer en la nueva religión: el coaching.

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5 comentarios

Andres 05/03/2006 - 19:18

Julen, buenísimo, como siempre.

Tengo que darte toda la razón. Creo, como tu, que hay coaches excelentes, pero desgraciadamente el coaching se ha convertido en un artículo de lujo para altos directivos, una especie de beneficio social para jefazos.

Mientras tanto, nadie se acuerda de los que realmente sacan a las empresas adelante. Esa masa homogenea y maltratada de mandos intermedios hacia abajo. A esos se les despacha con un curso de Inglés y alguna cosita especializada.

Una de las razones por las que puse en marcha mi proyecto es esa, la de que quien no puede pagar (ni le pagan) un servicio de coaching, pueda obtener los mismos beneficios que quienes lo reciben.

El otro día decía medio en broma medio en serio que pretendo que el Personal Branding se convierta en el IKEA del coaching. Barato, sencillo y que puedas aplicartelo tu mismo.

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Alorza 06/03/2006 - 08:39

Una cosa que me sorprende del coaching es su insistencia en el desarrollo individual del directivo. Si soy, por ejemplo, Director Industrial y tengo problemas para ejercer el liderazgo, parece que lo más oportuno sería hacer un tratamiento al conjunto del sistema, esto es, al Director junto con sus colaboradores. ¿Se ha pasado de moda el Desarrollo Organizacional (DO)? Si el coaching quiere ser a la empresa lo que la terapia a las personas, reclamo más terapia familiar, sistémica, y menos enseñanzas de Gran Jedi.

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Nice 06/03/2006 - 09:34

Entiendo que algunas personas vean con recelo la aplicación del coaching en las empresas. Que no vean más que una utilidad personal o promoción personal o como otra manera más de aumentar la brecha entre la Dirección y los trabajadores. Coincido también que el coaching incluye un espectro tan grande de orientaciones, que algunas manzanas pueden ser capaces de terminar con la totalidad del cesto. Y es que es cierto que mucha gente se ha sumado a la novedad incorporándolo en sus servicios de consultoría sin la más mínima preparación. Bueno, eso ocurre en todas las profesiones y actividades y es algo con lo que convivir. Luego ya es cada uno el que elige.

Con lo que no estoy de acuerdo es con identificar algunas aplicaciones con el todo.

La ética del coaching es muy sencilla: Respeto. Respeto del otro como alguien legítimo, diferente y autónomo. Respeto por la diferencia como algo enriquecedor y complementario; por la interdependencia. Por el aprender a aprender como competencia madre, aprendizaje en la acción; un proceso. La reflexión como herramienta básica y la confianza como la condición de toda relación. Una visión multidimensional de la persona, incluyendo su mente, emocionalidad y corporalidad. Una apuesta por ampliar nuestra mirada con la mirada de los demás. Una apuesta por la conversación como medio más importante de acción. Y una visión del liderazgo como una elección personal; un líder servidor; un líder de líderes, cuyo cometido es crear el contexto y facilitar el aprendizaje del otro como estrategia de vivir el cambio. Una orientación a la transformación de quienes somos, y desde ahí, relacionarnos con el mundo.

Yo lo he vivido y lo practico, y me parece algo de un valor enorme. Me quedo con su esencia, y la aplicación es responsabilidad de cada uno. Si quieren o no “liderar a las masas” es algo que harán independientemente del medio empleado; va con ellos.

Entiendo que no lo es todo, ni sustituye otras intervenciones en otros niveles, pero cuando hablamos de un cambio de modelo relacional y organizativo en una empresa, con los cambios de mirada y posicionamiento personal y colectivo que en cada uno conlleva, creo que puede facilitar mucho el proceso.
Respecto a su aplicación inicial, que para nada excluyente, parece claro que como todo cambio de modelo tiene que empezar por “arriba”, ya que la nueva función del de arriba será ser el garante del proceso de transformación.
Eso sí, si lo que se quiere no es transformación, entonces nada de lo anterior vale y además lleva a la frustración. Ya que el coaching no se puede prescribir, sino debe nacer de la propia convicción y elección.

“El cambio es inevitable, la transformación es opcional” Glenda Cloud

Por último, el coaching se basa en la relatividad de la verdad, en que cada uno tiene la suya igual de válida que la del otro, cosa que no casa muy bien con las religiones.

P.D. Perdón por el rollo, pero es que me importa 😉

Alberto: existen orientaciones y aplicaciones del coaching que incluyen actuaciones conjuntas y sistémicas, aunque son menos conocidas y aplicadas que la individual.

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Julen 07/03/2006 - 12:38

Andrés, creo que compartimos la opinión de que las empresas invierten en exceso en demasiadas partes de su estructura. Y me temo que (y por mí lo digo) demasiadas veces contribuimos a mantener la situación.
A mí me encanta el enfoque sistémico. Así que desde luego no puedo sino estar de acuerdo también con Alberto, ya lo sabes. Esto es fácil de decir y mucho más complicado de llevar a la práctica. Nice, ya sé que no podemos darle a todos por la mala acción de unos pocos. Seguro que tú y otras personas como tú estáis haciendo las cosas bien. Yo desde Maier ya contraté este tipo de servicios para trabajar con los directivos. Y seguro que hay mucho terreno para abonar, desde el respeto y la aceptación de ciertos límites organizacionales.
Mi reflexión va más en la línea de que en ese saco están entrando muchas empresas y muchos directivos. Creo que andamos cerca del concepto «moda». Y el peligro de esta moda es que, además, es muy cara y puede levantar aún más distancias entre la dirección y quienes no lo son.
Reconozco que tengo una crisis galopante con el concepto «liderazgo». A veces pienso que cuantos más líderes, menos desarrollo personal del resto. Y ya sé que esto es una contradicción inmensa, que el líder debe estimular emocional e intelectualmente a su equipo, pero no sé si es problema de enfoque, de desconfianza o de qué puñetas; demasiadas veces veo que el coaching acaba agrandando la grieta emocional.
Y yo, también, lo digo: perdón por el ladrillo.

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Enric Corbera 17/04/2016 - 03:48

Un coach ontologio es un tipo particular de entrenador que comprende las distinciones del lenguaje ontologico y quien es capaz de ayudar a la gente a lograr sus metas y crear nuevas formas de encauzar sus vidas. Aunque mucha gente sabe lo que quiere en la vida, no tiene ni la menor idea de cómo llegar ahí. Es ahí donde viene a resultar útil la labor orientativa y práctica del coaching ontologico, ayuda a los demás a enfocar lo que hace falta en los distintos campos de sus vidas, relaciones, labor, familia y demás.

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