Walls of confusion

by Julen


Interesantísima reflexión, Walls of confusion en el blog de
Dion Hinchcliffe, sobre las barreras que impiden en ocasiones la participación de mayor cantidad de personas en el universo web 2.0. Si decíamos en posts anteriores que una de las características de toda esta segunda fase web es su mayor orientación a lo social frente a lo tecnológico, hay que prestar atención a este tipo de análisis. Y, yo, cuando me miro para dentro y me veo no usando determinadas herramientas 2.0, creo que fracaso debido principalmente a fallos de conexión humano-software. No sé si me explico. Me refiero al hecho de que la tecnología para usarla fácil, tiene que entrarte sin que te des cuenta (se admiten pensamientos lascivos).

Estoy trabajando en un proyecto en el cual una empresa dispone de una potente base de datos, con acceso vía navegador y que contiene la quintaesencia del saber conocido del lugar. Y no se usa lo suficiente. ¿La razón? Es complicada de manejar, es tecnológicamente lejana a mis limitadas capacidades.

Vamos a repasar los cinco muros de la confusión que nos plantea el colega Dion Hinchcliffe:

  • El muro de las «buzzwords»: palabrería en forma de acrónimos que tumba al más osado. Cuando tratas de demostrar con términos nuevos viejas historias, sólo consigues que quien está enfrente tarde más en entenderte… o que no entienda.
  • El muro del «hype«, que entiendo como esa sobrevaloración entusiástica que acompaña estas cosas y que a veces lo presentan como la panacea que arreglará todos los males del mundo. Tras el entusiasmo inicial entramos en una ciclotimia pura, que nos lleva al otro extremo.
  • El muro de la complejidad, que tiene que ver, desde mi punto de vista, con la permanente fase beta. Este estado inacabado provoca rechazo en determinadas personas, como es lógico. Mr. Hinchliffe nos dice que Flickr o del.icio.us nos hacen más sencillo el mundo, pero yo ni eso tengo claro.
  • El muro de la significación (podríamos llamarlo también de la relevancia), que requiere la comprensión de todo lo social que está por detrás de la tecnología. Hay una dura pugna por captar nuestra limitada atención y esto provoca un cierto desasosiego y reticencia ante tanto nuevo bombardeo de información y tecnología. Para usar algo has tenido que asimilar su relevancia, ¡pero antes has tenido que prestarle atención! Y esto, entre tantas toneladas, es complicado.
  • El muro de la ignorancia. No me queda muy clara la explicación que nos aporta, pero en cualquier caso, siempre podemos considerar que hay quien puede cerrar los ojos ante las nuevas posibilidades. Supongo que es de humanos. Lo que no sé es si es muy presuntuoso considerar que por no estar enterado de que existe la blogosfera eres un ignorante, ¿o sí?

Bueno, pues estos son los muros que pueden dificultar el salto al mundo web 2.0. En todas estas historias de por qué hay tanta gente que no usa lo que otr@s usamos, al margen de que haya gente que no quiera hacerlo (los caminos del señor son inescrutables), siempre me viene a la cabeza un sucedido de mi anterior experiencia laboral. Organizado todo un sistema para disponer un cañón con el que proyectar desde diferentes ordenadores portátiles en una sala de formación, como nos parecía complejo el asunto, decidimos colocar unas instrucciones detalladas, pero gráficas a la vez, para que quien tuviera que usarlo encontrara allí ayuda suficiente, pegada sobre el propio cañón. El asunto más o menos funcionaba. Hasta que llegó un supermegadirectivo con cierta frustración encima porque era incapaz de hacerlo funcionar. Claro: cometimos el craso error de no anotar en las instrucciones que había que enchufar el aparato a la corriente eléctrica para que funcionara. Nunca hay que subestimar la infracapacidad tecnológica del directivo (perdón, es un sólo ejemplo y no puedo generalizar; acepto aquí también la campana de Gauss).

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3 comentarios

Nice 21/02/2006 - 20:04

Esto viene a corroborar la importancia de ponernos en el lugar del otro y ver la situación según su estructura del ver el mundo; según sus intereses e inquietudes. Nos olvidamos que cada uno somos un observador distinto, aunque algunos directivos sean tan distintos (¿miopes?).

Tu reflexión me lleva a tu post ¿Me da la autorización? en cuanto que no es lo mismo pensar y decidir lo que otros necesitan, que dejar que ellos lo hagan.

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CARMEN_R_PURAS 21/02/2006 - 22:00

Pues yo me plantearía la cuestión al revés. Me explico.

Mirando a nuestro alrededor (por lo menos al mío), los raros somos precisamente los que utilizamos el mundo del Web 2.0, luego la cuestión lógica sería plantearse por qué los que lo hacemos lo utilizamos, y no preguntarse las razones de los que no lo hacen, ya que la mayoría de ellos ni siquiera saben de su existencia, sin siquiera estar en uno de los cinco muros que explicas en tu post.

En este caso, lo que se debería hacer es extender las razones de los que usamos las posibilidades del Web 2.0 entre los que no lo hacen (o no lo conocen).

Un saludo

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Vajda 23/02/2006 - 20:09

Yo creo que son principalmente tres las vías por las que uno llega a implicarse en esto del web 2.0:

1. Por curiosidad. La mayoría son profesionales, estudiantes o grandes aficionados a la tecnología y es natural que conozcan y utilicen estas herramientas.

2. Por un amigo. El boca a boca es el medio más efectivo para propagar una nueva idea. La mayor parte de los que llega de esta manera no saben prácticamente nada de web 2.0 y nunca lo sabrán.

3. Los servicios de MS a los que Windows y Messenger dirigen casi sin que uno lo quiera…

La cuestión principal, creo, es que se ha creado un círculo vicioso. Falta contenido porque falta gente, pero la gente no entra porque falta contenido. De momento hay pequeños círculos en los que la socialización de la red funciona bien, pero es difícil ampliar el espectro.

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