No delego

No delego, no quiero que decidas por mí. No quiero que elabores mi plan de carrera, ni mi plan de formación, ni cosas de esas. Me has hecho firmar que te doy parte de mi tiempo. Pero sólo te lo doy porque tú me lo has hecho firmar. Yo decido lo que quiero ser de mayor. Y en ello influyen mis semejantes, sobre todo, mis iguales. No quiero que me digas qué tengo que aprender. Yo ya me voy dando cuenta.

No me gusta que me hagas participar en los grupos de mejora. Porque tú decides en cuáles tengo que participar. Yo ya me doy cuenta de las que cosas que hay que mejorar. No me gusta participar en el análisis y que tú luego decidas cómo hacer las cosas. No me gusta que estemos dando tantas vueltas a hacer las cosas en menos tiempo. Los de la ingeniería siempre nos miden en unidades decimales. Y yo no lo entiendo. Aquí somos personas, una, dos o tres; pero nunca 1,7. No entendemos cuando alguien se alegra porque da con la forma en que hacer las cosas con menos personas. Las personas somos al principio; luego está la empresa. La empresa no puede tener como objetivo hacer las cosas con menos personas. Dímelo claro, para que pueda marcharme antes de que te des cuenta de que lo puedes hacer con menos gente.

No delego mis ideas. Y mi idea de trabajar es que te hago falta. Me contrataste porque te hacía falta, por lo que yo era. Pero cada vez te veo más como quien me contrató porque «en aquel momento» te hacía falta. Aquí abajo están diciendo que sobramos unos cuantos. No sé por qué. Ahora no debo hacerte falta. Hace tiempo que somos recursos. Recursos humanos. Y si podéis hacer más con menos de nosotros, mejor, ¿no?

No delego mi plan de vida. Deja de verme en una estadística. Deja de verme en una edad, en un grupo profesional. No quiero que proyectes cuándo se acaba mi vida laboral. No tienes ni idea de cuándo puedo aportarte más. Tomas decisiones porque crees que sabes cosas de mí. Pero no me conoces. Me has estado juzgando muchos años. Me ha juzgado nuestro encargado. Me ha juzgado del director de la planta. Me han juzgado tus pruebas psicotécnicas. Me has milimetrado el cerebro y has querido hurgar en mis emociones. Todo para medirme. Pero tu vara de medir no sirve, porque hace ya tiempo que no puedes medir lo que yo no quiero que tú veas. Tú siempre has estado ahí arriba y nosotros hemos estado aquí abajo. Tú has jugado a ser dios y nosotros hemos jugado a delegar las riendas de nuestro destino. Pero ya no quiero delegar. Quizá te sorprenda.

Technorati tags | relaciones laborales