Y ya tuvimos la reunión. Y me han llovido tres ideas, aún sin pulir, pero que ya se irán desarrollando, bien por sí solas, bien con ayuda de otros humanos.
- Puedes disfrutar cuando los resultados de tu empresa, la cuenta de explotación, no va todo lo bien que quisieras. Puedes encontrar una encuesta de satisfacción que te dice que estás en la cola del pelotón de los torpes y sentir que estás en el camino adecuado. Porque puedes descubrir que hay indicadores más fiables que los de EFQM o que los del mejor control de gestión que te aseguran que el esfuerzo merece la pena. Me quedo con una idea: alguien puede darte una palmada en la espalda al cruzar el taller y una palabra de ánimo y esto es un indicador de éxito que tu control de gestión no va a poder reflejar. Pero está ahí y es más real que los números que escribimos. Pero está ahí y es un mejor predictor del éxito que todos tus resultados clave juntos.
- Que alguien que no está entre tu saga de austrias, te diga que las cosas van mejor tiene un valor incalculable. Entre nosotros estamos acostumbrados a dorarnos la píldora unos a otros. Por eso cuando alguien que no es de tu clan, o sea, una persona del taller, te dice que hemos avanzado, saca pecho, que ahí hay motivo de orgullo.
- El 90% de las preguntas bien hechas tienen la respuesta en la misma pregunta. Además, es gratis y fortalece una relación sana entre personas de igual a igual. Pensar que, cuando preguntas sobre algo que te afecta directamente en tu trabajo, la persona que está enfrente de ti tiene más respuesta que tú es huir de tu responsabilidad. Otra cosa distinta es que tú mismo/a tengas la respuesta pero quieras que la decisión la tome otra persona. Pero no porque tú no tengas la respuesta.
Hay que perseverar en:
- Preguntar por la respuesta a quien pregunta. Te sorprenderás de que la mayor parte de las veces hay respuestas.
- No intervenir sino por excepción y porque alguien lo pide.
- Dedicarse a aportar valor con tu trabajo y olvidarse de perseguir lo que otros hacen.
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