Ideas radicales: otra vez las horas de trabajo

by Julen


Creo que he llegado a emocionarme viendo los comentarios en torno al post de Telémaco sobre el calendario laboral. Supongo que hay que agradecer a asph, por.libre, archinetman, Consultor Anónimo, tic616, Lula Towanda, El Informático Impasible,jorfasan y al inmenso Telémaco matizando y contestando comentarios y más comentarios. Ya me gustaría ver reuniones así compartiendo tiempo y espacio. Ah, por cierto, también a los posts del blog salmón, creative minds y vida de un consultor.

Yo, como tiré la piedra, no quisiera esconder la mano. Quizá provoque, pero ya nos iremos organizando, esto… autoorganizando quería decir.

El tiempo es mío y no quiero renunciar a él. Eso sí, tengo que ponerme de acuerdo con las demás personas de mi entorno porque no puedo autoorganizármelo yo mismo. Pero eso no quiere decir que me lo tengas que organizar. No quiero que me digas que tengo que cumplir un calendario laboral de 1750 horas, porque eso es mentira. Si te sirve para reducir incertidumbres, de acuerdo, pero nadie puede planificar que el año próximo, en 2006, yo voy a meter 1750 horas. Es una convención y como tal puedo tomarla, pero el problema es que las mediciones de eficiencia, productividad o como le quieras llamar las formulas sobre la base de horas. ¿Horas de presencia?, ¿horas convencionales?, ¿horas largas y aburridas?, ¿horas cortas y preciosas en que el tiempo se me pasa volando? No, amigo, las horas de trabajo no las puedes medir, no lo podrás hacer jamás… porque nunca sabrás cuándo he utilizado mi tiempo para pensar en grandes ideas. No estás dentro de mí así que no sabes si mi tiempo te lo he dedicado a ti o si no lo he hecho.

Si me mides el tiempo de trabajo, lo acepto y te voy a engañar. Si mi proyecto contigo como cliente me encanta, voy a meter más horas y voy a ser más improductivo a ojos de la eficiencia. Voy a tardar más y lo voy a hacer a plena conciencia.

¿Cuál sería mi propuesta dentro de la empresa?

  • eliminar el calendario como guía para medir las cosas. El tiempo de trabajo se iría autorregulando a medida que pasa el tiempo, valga la redundancia. Lo gestionamos por la necesidad de llegar a acuerdos, por la necesidad de compartir recursos, porque conformamos un equipo, con más o menos sentido de identidad, pero equipo al fin y al cabo. Cuando digo eliminar el calendario para medir, por supuesto me refiero también a eliminar salario = horas x precio/hora. El pacto de retribución es global, no mediatizado por horas reflejadas en el reloj de fichar.
  • Segundo, modifica el concepto del «disfrute» de las horas. En mi entorno, la gente «disfruta» de las horas cuando las emplea en cualquier cosa menos trabajar. No voy a decir que trabajar = disfrutar, pero por principio me niego a que sean incompatibles ambos conceptos. Esto no obvia para que continúen en algunos casos condiciones cercanas a la esclavitud. Habrá que continuar en la brecha para eliminarlas.
  • Tercero, homogeneizar el tratamiento del tiempo dentro de los diferentes colectivos de personas en la empresa. No tiene sentido que a unas personas las midamos por su eficiencia respecto al tiempo (si menos horas más productivo) y a otras al revés («directivos» = «más horas» para que alguien piense que eres más productivo cuando todos sabemos que la lógica dice lo contrario; si tardas más es que eres más torpe, compañero. La tendencia a que hay que «meter más horas» es una perversión en la sociedad actual.
  • Cuarto, el uso del tiempo nos sirve para demostrar que nos esforzamos y a veces para demostrar que conseguimos resultados. O sea, que el tiempo de trabajo me muestra que ambas cosas son igual de importantes. No quiero medir sólo el resultado, quiero tener en cuenta también el esfuerzo. Y según circunstancias una cosa puede ser más importante que la otra. Y a veces esforzarse (dedicar tiempo) y fracasar (no conseguir resultados) es más digno que una victoria fácil.

Por resumir este post que se me está alargando, mi propuesta es:

Quita la referencia del calendario anual (y otras derivadas del asunto, como jornadas rígidas) para que la vida fluya de forma natural, autorregulándose. El trabajo es como las demás cosas, cuando la cuadriculas pierde encanto y, además, querrás que todo encaje en los cuadrados que has dibujado. Déjame en paz, ya me pondré de acuerdo con los demás para conducir mi tiempo… que no es tuyo por mucho que en el contrato me lo hicieras firmar.

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3 comentarios

Sergi 13/12/2005 - 22:21

No se si en alguno de los posts enlazados o comentarios se ha recomendado este libro, o si lo conoce todo el mundo, pero por si acaso, recomendarlo vivamente:

EL FIN DE SEMANA DE SIETE DÍAS: NO DEJES QUE TU TRABAJO SE ADUEÑE DE TU VIDA

Como dice en la página web «El fin de semana de siete días descubre una nueva forma de entender el trabajo. Es un manifiesto que prueba que no debemos ser esclavos de la competividad y los beneficios. El éxito de Semco demuestra que una compañía que valora la libertad y la felicidad de los trabajadores por encima de los resultados corporativos puede ser más rentable y sostenible que cualquiera de sus competidores.»

Muchas de las ideas comentadas en los posts las encontré reflejadas en ese libro, que me pareció muy interesante. Eso sí, el que consiga aplicar esa filosofía completamente en su empresa que avise…

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Julen 14/12/2005 - 06:31

Pues le echaremos un vistazo.
Seguramente llevas razón en que el punto de partida está en cambiar las condiciones en las que usamos nuestro tiempo. Me refiero a que si percibes que tu trabajo es basura, querrás el mínimo tiempo para quedarte en él. Y al contrario supongo que también debería funcionar. De todas formas, lo que me inquieta es que otra persona que no seas tú, a cambio de dinero, posea tu tiempo. Eso me inquieta, eso me inquieta…

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Telémaco 14/12/2005 - 09:03

Al final todo es problema se reduce a buscar las reglas de funcionamiento y las medidas de control adecuadas para que no se genere desconfianza entre las distintas funciones y niveles de la empresa. Porque el único obstaculo realmente grande para implantar tu propuesta es «la desconfianza mutua».

Si al «organizarse» (o «autoorganizarse») cada miembro del equipo asume un objetivo local, no alineado con el de otros miembros del equipo, tarde o temprano nacerán los conflictos y florecerá la desconfianza, cuyo más claro síntoma es la obsesión por imponer medidas de control (no del sistema, sino de los miembros del equipo).

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