El miedo es un respetable moderador de la conducta del directivo. ¿Quién es el valiente que se tira a la piscina para cambiar radicalmente un modo en el que gestionar su organización? No, muy pocos son tan osados. El miedo, la cobardía son valores muy respetables. Yo con mi bici, torpe técnicamente que soy, suelo decir que «tengo en mucha estima mi cobardía» porque me ha ayudado en muchas ocasiones. Entiendo el miedo, lo comprendo, pero ya está, no quiero sobredimensionarlo.
No soy quién para afirmar que estamos en un momento en que hay que rehacer formas de gestionar nuestras empresas. Ayer cuando bajaba en bici de las campas de Urbia hacia el Monasterio de Arantzatu sonó el móvil. Era un ex-compañero de Maier que me llamaba porque le había llegado la felicitación de Navidad y se acordó de mí. Estuvimos un rato hablando y él dijo entonces eso de «o sea, que no hay que tener miedo». Yo le dije que no, que salir de una gran empresa (¿?) para ponerte a trabajar como autónomo con garantías de éxito es una simple cuestión de que red de contactos (enchufes lo llaman mis alumnos) te funcione. Y para miedo, ya lo tengo yo. Y que alguien te lo pregunte casi tres años después… es que el miedo está bien arraigado en nuestras conductas de gestión.
Este post tiene que ver con el hecho de que buena parte del miedo de un gerente ante grandes cambios es una cuestión de cómo le funciona su red de contactos. ¿Quiénes? Su red son las personas que trabajan con él/ella. Si tiene buena conexión emocional con su gente, el miedo es menos miedo. Cambiar es algo que aquí donde yo vivo la mayor parte de las veces no es una cuestión que hayamos decidido. No, no cambiamos, es que no nos queda más remedio. Y entonces no decides. Te cambian.
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1 comentario
Me imagino que para mantener toda esa conversación por el móvil dejarías de bajar las campas con la bici.
Muy interesante esa reflexión de que «si no cambias, te cambian, y entonces no decides»