Seguramente éste no es un post relacionado ni con la consultoría ni con las empresas, pero sí que lo es con la conectividad, en un sentido muy amplio de este palabra. En mis clases hablo mucho de la empresa conectada y juego con este concepto porque da para mucho. ¿Qué es estar conectado? Puedes relacionarlo con la empatía, con la emoción, con la razón, con la tecnología, con la superación de brechas, con casi lo que te dé la gana.
He estado una semana en La Gomera, allá donde el Teide queda enfrente y me he sentido extrañamente conectado, allá que estaba digitalmente aislado. Mi móvil renunció al GPRS y el ordenador portátil quedó encima de una mesa, esperando amistades que no acababan de llegar por problemas de conexión. En cambio, emocionalmente (y me niego a lo fácil de separar la «e-» del resto de la palabra) me he sentido usuario de una super banda ancha, hiperconectado con mis circunstancias, sean las que sean.
Así pues, de vuelta al hogar, blogueando que es gerundio, encuentro toneladas de información disponible en mis feeds. Les blogs 2.0 ha dado para mucho y habrá que digerirlo. Hay referencias en muchos sitios y necesito tiempo para disfrutarlas. Mi desconexión digital me ha vuelto a llenar de conexión emocional, otra vez debo ser un tipo con suerte. Tanta que hasta me he hecho una lista en papel de los posts que más me han gustado. En papel, ahí es nada.
Y aquí otra vez aterrizado en la empresa, me vuelvo a preguntar cómo puñetas conseguir que toda esta gente que veo ahora mismo ahí en el taller esté hiperconectada emocionalmente. Banda ancha emocional, eso necesitamos. Que luego las conexiones digitales llegarán en mejores condiciones. Estoy seguro de que esto de que la cacharrería te funcione tiene también que ver con la emocionalidad desplegada con ella. Ya sé que todavía no hay tesis doctoral detrás de esta afirmación, pero la sensibilidad con el entorno es algo que viene de lejos.
Ahí voy, a trabajar en la conectividad emocional.
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