¿Será la realidad?

by Julen

Leo directamente en una noticia publicada en Cinco Días:

Rafael Calvo Ortega, catedrático de derecho financiero y tributario, presidente de la Fundación Iberoamericana de la Economía Social y ex ministro de Trabajo se queja de que ‘existe un divorcio enorme entre los planteamientos teóricos de la economía social y la realidad de la calle’. Este día a día hace que los trabajadores no se planteen siquiera ganarse la vida con la economía social. ‘Prueba de ello es que las encuestas oficiales indican que el 80% de los españoles quiere ser funcionario como primera opción de vida y después trabajar para una multinacional, pero lo último siempre es la economía social’, ironiza Calvo Ortega.

Menos mal que nos quedan nuestros blogs para decir alguna que otra barbaridad. Menos mal que estamos tratando de cambiar esta oscura realidad. Mi amigo Alberto, en Administraciones en red, quizá me rebata; me gustaría encontrarle otro sentido a esa opción de vida, ese funcionario orgulloso de serlo.

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6 comentarios

Telémaco 19/12/2005 - 09:49

No hay nada más incomodo que la incertidumbre, y hoy en día el nivel de incertidumbre que sufren los funcionarios es incomparablemente menor que el del resto de los trabajadores.

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Iñaki 19/12/2005 - 11:44

No sería malo que esas personas que desean ser funcionarias estuvieran pensando en trabajar para poner la Administración realmente al servicio de la ciudadanía.

Pero me temo que no van por ahí los tiros.

Debe ser la condición humana, porque lo de ecahrle morro no es exclusivo de los funcionarios, sino que lo hacen la mayoría de los que pueden.

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Alorza 19/12/2005 - 16:02

Yo diría que telémaco ha dado en la clave: todos quieren ser funcionarios para trabajar en una empresa que nunca quiebra, con un horario decente, que no puede hacerte mobbing. ¿Qué hay de malo en eso?

En el caso de los funcionarios vascos, además, cobramos una pasta. Sin embargo, en la Administración del Estado los sueldos son muy justitos y, aún así, hay empujones para entrar.

Me reafirmo en lo que ya he dicho: la mayoría de los funcionarios son personas muy preparadas y con ganas de ser útiles. He trabajado en empresas privadas donde el número de vagos era proporcionalmente mayor. Esto no quita para que la Administración tenga algunos tremendos problemas de eficacia, pero sobre eso habría mucho que hablar.

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Iñaki 19/12/2005 - 17:46

En realidad, creo que el perfil de las personas que «entran» en la Administración no es muy distinto del resto de los mortales.

A partir de ahí, cada uno se mueve en función de los incentivos internos y externos que tiene.

Y, en general, creo que el nivel de motivación para el trabajo que existe en la Administración es bajo.

Eso no se contradice con la preparación que puedan tener los funcionarios, ni con sus ganas de ser útiles.

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Julen 19/12/2005 - 22:39

Ya sabemos que al generalizar perdemos muchos matices. Pero si hablamos del 80% de paisanos que quiere ser funcionario, no podemos sino generalizar. Así que sumido en ese presunto error me atrevo a afirmar que quien aspira a esa condición busca una vida laboral tranquila, que le dé seguridad y que entorpezca lo mínimo posible su otra vida.
Un perfil tipo de funcionario no tiene por qué ser peor ni mejor que un perfil tipo de directivo. Las leyes de Cipolla sobre la estupidez humana se aplicarán por igual. Eso sí, la estadística probablemente no esté del lado del funcionario orgulloso de serlo. Me remito a Forges.
Dicho esto, os traslado mi admiración porque estéis empeñados en cambiar las cosas. Pero quizá el sistema es muy grande y por tanto lleno de ineficiencias. Y desde este lado se ven demasiadas. Por eso siempre existirá la desobediencia civil. También forma parte del sistema.
Sgluupss, me he salido del tiesto otra vez.

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Alorza 20/12/2005 - 08:16

Cuando muchas personas se comportan de manera parecida, el problema es más del sistema que de las personas. Esto es lo que pasa con los funcionarios. La Administración responde a dos tipos de organización, y a una mezcla de ambos: la burocracia profesional y la burocracia maquinal (Mintzberg dixit). En ambos casos, lo definitorio es que el poder reside en las normas, no en las personas. Eso dificulta una enormidad la posibilidad de actuar de forma ágil y racional.

Por otra parte, tenemos el problema de que quienes nos dirigen son políticos, que viven en un mundo de políticos, respiran política y funcionan en círculo cerrado.

Pero el paisano funcionario, por más que admire a Forges, no suele ser alguien especialmente poco motivado, ni (como oí en una ponencia) una especie filogenéticamente zángana. Otro asunto es que algunas organizaciones de servicios públicos están gravemente enfermas. Por ejemplo, el Hospital de Cruces.

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