Personalidad e información

by Julen

Ayer tuve una conversación muy interesante, como siempre, con Alberto Echeandía. Estuvimos un buen rato hablando de médicos e información. Tema delicado, pero en el que creo que los pacientes siguen siendo pacientes, muy lejos todavía de dar el paso a clientes.
Cuando me volvía en el coche, otra vez gran lugar de reflexión, estuve considerando la necesidad de que en los habituales análisis de personalidad incorporemos cuanto antes el elemento de gestión de la información. Referido al caso de la medicina, por ejemplo, supondría que determinados pacientes pueden experimentar una auténtica mejoría si disponen de determinada información sobre su estado. Evidentemente, para otros puede suponer una caída más profunda y vertiginosa en el agujero de la depresión. El sistema, como siempre, en su más pura versión igualitaria y justiciera, se refugia en la estadística: usted tiene un x% de probabilidades de salir adelante si la terapia es A, un y% de probabilidades si la terapia es B…
¿Cómo influye el manejo de información sobre la propia percepción de bienestar? ¿Saber algo es beneficioso? Lo que de interesante tiene esta discusión es que a priori aceptamos directamente que manejar o no determinada información influye en forma directa en la conducta.
En la empresa insistimos en que lo que no se mide (o sea, de lo que no se tiene información sobre su rendimiento) no se puede mejorar. Pero también es real el hecho de que si sabes que vas mal, te puedes hundir más deprisa… o no. ¿Habrá un perfil de empresas para las que la información es fuente de mejora, enfrentadas a otras en las que esa misma información es anticipo de desastres? ¿Las personas funcionan igual?
La información parecería actuar como elemento regulador. Pero en estos tiempos de caos y líos que uno no entiende, la información cobra otra función. Ralph D. Stacey en su librito Gestión del caos ya lo comenta. En las fronteras del caos, la información dispara la turbulencia… y de regular pasa a desestructurar aún más. Seguiremos enredando.
Por cierto, ¿qué os parece esta lista de galácticos? http://www.infonomia.com/grandes/

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3 comentarios

Telémaco 21/09/2005 - 10:01

Un tema muy interesante.

Parece que no está tan claro que disponer de información sea siempre beneficioso.

Además de los ejemplos que pones, en que la información podría hundir emocionalmente a quién la recibe, o que podría en ciertas condiciones desestructurar los modelos mentales.

También a veces existen efectos paradójicamente positivos en la desinformación:

«Como sabiamos que era imposible lo hicimos»

Sin embargo, en mi opinión, es casí imposible preveer y controlar los efectos que puede causar la desinformación y por ello me parece peligroso usarla. Y sigo creyendo en «la verdad y toda la verdad».

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Iñaki Pérez 23/09/2005 - 08:31

Otra píldora muy interesante.

En general estoy con telémaco5: «La verdad y toda la verdad».

Quizá el problema al que nos enfrentamos es el de la forma de la información, qué se dice, cómo se dice, …

Tal vez las tareas educativas deban tener un importante componente de formación en el análisis y asimilación de la información, sea ésta la que sea.

Es posible que tengamos que redescubrir el valor de las verdades como un bien al que aspirar, como algo que engrandece el ser, por encima del «dolor» que puedan producir.

Perdón por mi humanismo trasnochado, no lo puedo evitar, …

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Julen 26/09/2005 - 05:49

Que tenemos que enseñar a las personas a gestionar mejor la información es evidente. Si aceptamos su relación con la productividad (diossss, qué palabrorrrr) parece evidente que algo hay que hacer.
Otro asunto es que la formación al respecto no tenga que impartirse solamente dentro de los cauces cuadriculados de la ortodoxia imperante.

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