El sistema

by Julen

Hace poco lo he vuelto a oír: «el sistema no me deja». Hermoso monstruo que es capaz de impedir tantas y tantas cosas. Pero, ¿qué es el sistema? Tal como oigo hablar de él, el sistema parece un ente todopoderoso capaz de hacer sucumbir cualquier iniciativa de provecho por parte de los humanos. Y es que el sistema está deshumanizado. Es capaz de actuar de forma independiente de las personas que teóricamente lo componen. Voy a repasar algunas de las que me parecen son sus características principales. Es el pesimismo cuando oyes esa famosa frase: «el sistema no me deja».

  1. El sistema actúa siempre, lo quieras o no. Hagas lo que hagas, el sistema puede detener tu iniciativa. Aunque a veces no lo haga, siempre podría hacerlo.
  2. El sistema se rige por reglas que nadie comprende. No obstante, dentro de su ilógica, es lógico: siempre actúa contra ti. Eso sí, no intentes entenderlo.
  3. Cuando surgen fuerzas contra el sistema, la dirección general se revela y hace lo necesario para que el sistema mantenga su fuerza ilógica. Las personas con puestos de poder formal en las organizaciones son las únicas que hacen tentativas para explicar el sistema. Sólo ellas pueden intentarlo, las demás lo encuentran absolutamente incomprensible.
  4. El sistema habitualmente actúa disfrazado de máquina (tecnología) e impide que hagamos cosas lógicas. Pero el sistema puede adoptar, además, forma humana. Se transforma en personas desprovistas de sentido común que siguen al sistema en lo que diga. Suelen decir que «no es su culpa», «a mí no me digas» o «yo sólo hago lo que mandan».
  5. El sistema ha sido formalizado en las organizaciones bajo múltiples denominaciones todas ellas bajo acrónimos: ISO, TIC, EFQM, JIT, ERP. Mantienen una lógica de funcionamiento independiente del sujeto al que se dirigen. El sistema es tal que está inmunizado contra cualquier particularidad. Es el sistema, y punto.
  6. El sistema, cuando intenta ayudar, es directamente atacado por el porcentaje de estúpidos que siempre está presente en cualquier sector de la población. Estas personas son capaces de eliminar sus beneficios. Con asiduidad reciben ayuda de quienes detentan el poder.

Prometo repasar las leyes de don Ludwig von Bertalanffy, para encontrar esperanza en todo ello.

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2 comentarios

Iñaki Pérez 11/05/2005 - 09:19

Bueno, efectivamente es un gran monstruo que se come a los pobrecitos que intentan oponerse a sus dictados o a su poder.

De todos modos el tan denostado «sistema», tiene sus ventajas, de momento hace que las cosas tengan un cierto orden, aunque sea para derribarlo y construir uno nuevo o tomar una postura u otra frente a él, o echarle algunas culpas.

De algún modo ayuda a conceptualizar un cierto orden cósmico a partir del cual nos distinguimos como individuos, favorables al «sistema», «antisistema» o críticos con el «sistema», aunque tampoco sepamos muy bien qué es en realidad.

Y en definitiva, ya que siempre está ahí, por qué no aprovechar que existe y adaptarse a él, de modo que utilizándolo podamos acabar consiguiendo alguna de nuestras metas, no tan claramente favorables a su devenir implacable.

Porque al final el sistema también es un poco tonto (A veces grandote y torpón) y tiene sus remansos para, a pesar de nadar a favor de corriente y aprovechar lo que nos interesa de él, poder conquistar pequeñas metas que poco a poco sin que se dé cuenta van cambiando al propio sistema.

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Alorza 11/05/2005 - 14:11

¡Magníficos los dos últimos posts!

En mi oficina estamos en plena labor de construcción del sistema. Mi miedo es que probablemente nosotros mismos vamos a fabricar las cadenas con las que nos vamos a encadenar. ¿En nombre de qué? De algunas de las religiones vigentes: calidad, cuadro de mando, sistema de información, gestión de proyectos, gestión del conocimiento…

¿Por qué no podemos dibujar un mero armazón, ligero, donde sólo se defina una visión compartida? Conociendo la visión, ¿para qué queremos atarnos con procedimientos?

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